Esta es la historia del relato ilustrado que acabo de hacer con Tragaluz editores: Que no me miren. En la Feria del libro de 2009, en agosto, en los días de la promoción de Autogol, Carolina López
me llevó al stand de Tragaluz editores para que viera los libros tan
bonitos que estaban haciendo. También le debo eso. El caso es que
quedamos pensando lo que pienso ahora: que era difícil encontrar libros
más bonitos en Colombia. Habría que ir a Babel Libros, de Maria Osorio,
para encontrar algo del mismo nivel. Unos meses después, al año
siguiente, les escribí a los editores de Tragaluz diciéndoles que quería
conocerlos, que quería que todo el mundo conociera el trabajo tan bien
hecho que estaban haciendo. Esa era mi única intención. Pero, apenas
conocí a Pilar Gutiérrez y Juan Carlos Restrepo,
en una visita de ellos a Bogotá (porque Tragaluz tiene su primera sede
en Medellín), tuve la sensación de que había dado con unos amigos de
toda la vida. Yo hace rato he estado pensando que, en la era de copiar y
pegar, el libro tiene que ser sobretodo un objeto precioso: un objeto
único como loslibros de horas de los monjes medievales. Y he pensado que
el camino es hacerlos como los hace Tragaluz. Y entonces me dejaron
hacer parte del equipo como un amigo. Y un día de este año, 2011, me
propusieron que escribiera una historia para la colección Bola de agua. Y
es esta. Que no es mía sino de ellos y de los extraordinarios
ilustradores Daniel Gómez Henao y Clara Gómez Vieira.
Es un cuento alfabético. Ni más ni menos. Lo único que me queda por
decir es que cuando me senté a trabajar me di cuenta de que hace rato
que quería escribirlo [sigue...]