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Pobres angelitos

 
Todos los seres humanos merecen respeto, todos los seres humanos son dignos de compasión. Excepto, quizás, los niños actores. Es cierto que el acné juvenil acaba con sus carreras. Es verdad que, apenas se asoman a una adolescencia anoréxica, tienden a ser arrestados por posesión de drogas. ...[Leer más]
 
 

Clase sobre el infierno

 
Nos sentamos detrás de la Capilla. Gaviria me habla mientras Bermúdez y Palacios discuten con un capítulo de los Archivos Equis y Anderson mira hacia el Parque de los Fundadores y se come una mata que ha encontrado en el pasto. El tiempo pasa despacio, pero no es un signo de incomodidad o aburrimiento, sino una concesión de nuestra voluntad para con nuestra necesidad de hablar un poco. Ya van a ser las cuatro y media de la tarde y el sol cae sobre nosotros como si el mundo también sintiera esta necesidad de no decir ni una palabra. Mientras Gaviria habla, quisiera dejar el tema del Infierno a un lado y más bien confesarles a todos mi tristeza y así, como siempre, darle paso a una de esas terapias de grupo en que siempre terminan las clases con ellos....[Leer más]
 
 

Elogio de las noticias lindas

 
Mi teoría es que el mundo sería un poco mejor si, antes de emprender cualquier idea mala (ejemplos: antes de subirse a una chiva rumbera, antes de filmar Cartas al gordo), nos hiciéramos la siguiente pregunta fundamental: ¿qué van a pensar los extraterrestres de esto cuando vengan? ...[Leer más]
 
 

Colombia según Hollywood

 
En el cine, por mal que a uno le vaya, le va mucho mejor que afuera. Yo, que siempre entro por entrar, por vivir la experiencia una vez más, tengo que hacer un gran esfuerzo para encontrarle “peros” al plan. ...[Leer más]
 
 

Yo sí entiendo las películas

 
Por estos días de cine –uno cambia todo el tiempo- he llegado a aceptar que sobretodo me interesan las comedias. ¿Por qué? Porque uno igual entra a todas las películas con ganas de reírse. Y resulta menos vergonzoso, para cualquier espectador bien educado, soltar toda la risa almacenada cuando es ese, hacer reír al público, el principal objetivo de los productores....[Leer más]
 
 

Guía por los teatros de Bogotá

 
He ido, si no estoy mal, a siete teatros en el centro de Bogotá: en Teusaquillo, en la 34 con 13, todos vimos La historia sencilla, de David Lynch, y unos meses después, con Germán, fuimos capaces de terminar una película italiana sin sentido y una noruega ideal para antes de suicidarse....[Leer más]
 
 

Dos novelas para corregir

 
Dos novelas para corregir
Antes de perderme en este texto, que será tanto una tras escena de los libros que he publicado como una autobiografía de mi ego escrita de una sola sentada, cuento en pocas palabras la historia de lo que voy a hacer: la cuestión es que en estos días he tomado la decisión de publicar dos novelas sin corregir, Walkman (de 2000) y Fin (de 2003), en este lugar que cumple ocho años. ...[Leer más]
 
 

Yo no les veo el chiste

 
Lo más desagradable de las baladas románticas es que, cuando aparecen, de golpe, en la radio, uno corre el riesgo de sentirse identificado. Son cursis. Son melosas. Son de mal gusto. Pero uno puede amanecer convertido en ese tipo de persona. Uno puede tener las defensas abajo. Y pensar en alguien de carne y hueso cuando los gemelos venezolanos Servando y Florentino canten a todo pulmón el verso “quiero ponerle apellido a tu nombre”. ...[Leer más]
 
 

El método Silva de control mental

 
Tenemos los ojos cerrados. Ya hicimos limpieza mental y le dijimos a cada uno de nuestros malos sentimientos “cancelado, cancelado, cancelado”. Hemos pronunciado las palabras “tres, dos, uno” en el último piso de nuestras mentes, una por una por una, y estamos a punto de programarnos para no sentir miedo, erradicar los dolores de cabeza y digerir las horribles noticias del día. La gravedad no existe, no tenemos pies, somos invisibles. Recorremos el lugar del mundo que nos hace felices....[Leer más]
 
 

Himno Nacional de Colombia

 
Coro: ¡Qué bonita es la vida, ay, qué teso es “El Patrón”! ¡A punta de favores el man corona allá! ¡Y el man corona allá!...[Leer más]
 
 

Valiente testimonio

 
Desde marzo de 1981, hasta hoy, he visto televisión todos los días. Creo que tenía un poco más de cinco años cuando me puse en la tarea por primera vez. Y calculo que las sesiones diarias han durado unas dos horas por lo menos. Teniendo en cuenta que desde entonces han pasado 23 años, 276 meses y 8395 días, puedo jurar por Dios que he pasado 16060 horas de mi vida frente al aparato. Lo que en el mundo de las estadísticas significaría, lo sabemos, el 6 % de mi biografía....[Leer más]
 
 

Lo que aprendí leyendo El Espacio

 
Siempre que pienso en la primera plana de El Espacio (es decir, siempre que mi paranoia ve en la calle los posibles titulares del día siguiente) pienso en aquella extraordinaria noticia de hace unos siete años, que decía: “Osvaldo Ríos se confiesa: ¡me encanta que me chupen las tetillas!” En ese entonces, septiembre de 1997, yo dictaba clases de literatura en un colegio que no viene al caso....[Leer más]
 
 

Confieso que veo Padres e hijos

 
La confesión está hecha. Sólo falta responderle “por qué” a un auditorio defraudado que me mira (los veo: mis papás se tapan la cara, mis profesores se suenan las lágrimas, mis amigos gritan “que no estoy” cuando los llamo por tercera vez esta mañana) como si en vez de haber dicho “veo Padres e hijos después del almuerzo” acabara de reconocer que cargo conmigo una aberración que tiene que ver con gabardinas abiertas en oscuros jardines infantiles....[Leer más]
 
 

El tren equivocado

 
Una tristeza que no reconozco me obliga a quedarme quieto. La gente se pierde en la boca de la estación del metro, en Horta, porque el mundo no se detiene cuando uno siente ganas de llorar. Me llega a la cabeza la frase “no tiene sentido que sigamos viviendo en Barcelona”....[Leer más]
 
 

A uno lo pueden matar

 
Vi mi primera amenaza de muerte cuando tenía nueve años. Era junio de 1984. No recuerdo las palabras exactas que había en la carta, pero sí que habían sido recortadas una por una de revistas de papel periódico....[Leer más]
 
 

Antes de dormir

 
Mi papá me leía cómics antes de dormir. No me pregunten si hacía las voces de los personajes: no me acuerdo porque poco me acuerdo de mí cuando no sabía leer, ni voy a preguntárselo a estas horas de la noche porque seguro está dormido, pero supongo que sí...[Leer más]
 
 

Jeans

 
Mi nombre es Ricardo Silva Romero y uso jeans azules. Puedo usar los mismos jeans, sin adornos ingeniosos ni asomos de culpas, durante toda una semana: de vez en cuando, confieso, logro superar ese récord. ...[Leer más]
 
 

Oración por mi generación

 
Si fuéramos capaces de inventarnos un extranjero con tiempo para leerlo todo, un extranjero en estado de alerta que no conociera la tras escena de los libros y le diera exactamente igual la forma de ser de quienes los escriben, reconocería por los menos 35 talentos importantes (acabo de contarlos: hay por lo menos 35 escritores, lo juro, de los que cabe esperar algún relato que logre articular esta experiencia) en nuestra generación. ...[Leer más]
 
 

Boston hacia atrás

 
Me acaban de pedir que me vaya de Boston. Voy en camino a volverme uno de esos personajes que hablan de una primera mujer. Pero todavía no lo sé porque tiendo a demorarme mucho en entender qué está pasando....[Leer más]
 
 

1993

 
La nostalgia es inútil. Enreda. Nubla. Frena. Y no produce, me parece, nada (ninguna obra, ninguna personalidad) que lo lance a uno hacia el futuro. Así que lo primero que puedo decir de El Aguilucho de mi año es que no me avergüenza, que estuvo bien hacerlo, que tengo siete copias en mi biblioteca, pero que abrir sus páginas no me llena de nostalgia....[Leer más]
 
 

Réquiem por el fútbol

 
Mi amigo B., que nació en el mismo edificio en el que viví toda mi vida, que fue tantas veces mi compañero de partidos imaginarios, es hincha del Bayern de Munich (no del Real Madrid ni del Arsenal ni de Boca, no: del Bayern de Munich) porque le regalaron la camiseta roja del equipo bávaro cuando tenía apenas cinco años....[Leer más]
 
 

La inutilidad de la nostalgia

 
Mi papá entra a la pequeña oficina que ocupó desde el comienzo de 1968. Y reconoce, cuando sale, que se ha quedado detenida en el tiempo. Sigue siendo la misma, me dice, como si nadie se hubiera atrevido a tocarla desde que él se fue: detrás del pequeño escritorio de la secretaria, lleno de circulares o exámenes de último minuto, puede verse una baranda de madera de juzgado...[Leer más]
 
 

Yo no me atrevo a hablar en otro idioma

 
Yo no me atrevo a hablar en otro idioma. Que, dicho así, suena como si supiera hablarlos todos. Quiero decir, en verdad, que sólo me siento a salvo en estas palabras, que sólo aquí, en este territorio con eñes, puedo entregarme en paz a lo que pienso. ...[Leer más]
 
 

Consideraciones sobre el oficio del escritor

 
Puedo declarar, después de haber escrito las historias que he escrito, que he aprendido las siguientes once cosas sobre el oficio del escritor:...[Leer más]
 
 

¿Por qué me metí en esto?

 
Muchas gracias a todos por venir: no hay nada como recibir la visita de las personas que uno quiere sin tener que lavar los platos al día siguiente. Muchas gracias, también, a mis dos presentadores: no tendría que decirlo, porque sé que todos acá admiramos a Enrique y tenemos fe en Jesús, pero es increíble que los dos lectores más brillantes sean al mismo tiempo los dos más generosos....[Leer más]
 
 

Tres verdades

 
Yo estoy muy agradecido con todos ustedes por haber venido. Y preparé el siguiente comunicado de tres puntos (un breve comunicado) porque me pareció que era lo menos abusivo que podía hacerse en estos casos. El comunicado comienza así: “me permito informar a los asistentes al lanzamiento del libro En orden de estatura las siguientes tres verdades”. Y las tres verdades son estas que vienen:...[Leer más]
 
 

Detrás de cámaras

 
Yo no sé qué piensen los demás. Pero a mi me parece que, si vamos a tomarnos este libro como un documental, si vamos a jugar a que esta es una superproducción redactada en varios computadores, lo mínimo que podemos hacer es contar cómo pasó de ser una idea interesante a ser una realidad que se nos ha salido de las manos....[Leer más]
 
 

Las rodillas del escritor

 
La pequeña Lulú le confiesa a su mamá, en la última escena de una historieta titulada La caza del oso, “mamá: a veces pienso que todos, menos yo, están completamente locos”....[Leer más]
 
 

Escritor en Bogotá

 
El escritor Roberto Rubiano Vargas, al que todos admiramos tanto, me sugiere que, para no perderme en reflexiones inútiles, para no divagar más de la cuenta, trate de responder las siguientes dos preguntas: uno, ¿me veo como un escritor de Bogotá o el hecho de haber nacido acá no es determinante en las cosas que escribo?, y, dos, ¿de qué manera se refleja Bogotá en los cuentos que he escrito? Acá van las respuestas. Son dos respuestas cortas....[Leer más]
 
 

Babe es un cerdo

 
Hoy me veo en la penosa pero necesaria tarea de denunciar la farsa del puerquito valiente: el tal Babe. Y de poner en evidencia, por su conducto, a todo un gremio que ha explotado nuestras culpas para empobrecer nuestras culturas...[Leer más]
 
 

Santiago Moure y Martín De Francisco son inocentes

 
Sobretodo tengo esta pregunta: ¿se vendieron al sistema Santiago Moure y Martín De Francisco después de haber juntado todas las pruebas necesarias para condenar a Colombia por arribista, por traidora, por mezquina? ¿Se convirtieron en las personas que más odiaban desde que dejaron atrás la pequeña contracultura que consiguieron montar en programas de televisión tan brillantes como La tele o la comedia animada El siguiente programa?...[Leer más]
 
 

Podéis ir en paz (1997)

 
Podéis ir en paz es la primera y última función de la obra de teatro que Tomás Obregón ha escrito a partir de los hechos del día que él mismo considera el peor de toda su vida. Obregón, un joven de veinticuatro años que ha comenzado varias carreras y nunca ha acabado una, ha decidido aprovechar su crisis, su especie de descenso a los infiernos, para escribir y escenificar los cinco capítulos más importantes y difíciles de esa fecha, y para ese efecto, y para lograr algo memorable, ha conseguido reunir, de entre su grupo de amigos, a algunos actores, a un diseñador, a un músico, a un director y a un libretista, y ha trabajado con ellos durante ya casi tres meses. El drama, tal como ha sido escrito por Obregón, se encuentra dividido en tres actos: el primero, que en verdad es una larga escena de presentación, sucede en el apartamento de Tomás; el segundo, que es una serie de golpes bajos (la consulta con un vidente, la crisis de un presentador de noticias, el final del romance entre Laura y Tomás, el entierro de Esteban Saavedra, el rescate de María), ocurre entre el consultorio de un brujo, el set de un noticiero, un restaurante de moda en la ciudad, el altar de una iglesia y una vieja sala de cine; el tercero es el final, el descubrimiento de todas las verdades, y se resuelve en la sala de espera de Urgencias de una Clínica muy respetada de la ciudad....[Leer más]
 
 

Miguel Velázquez (1998)

 
Después de sufrir una crisis nerviosa, disminuido por una extraña enfermedad, y enloquecido de tanto ver películas del Hollywood de los años cuarenta y cincuenta, Miguel Ricardo, un profesor de literatura del Siglo de Oro, decide cambiar su nombre al de Miguel Velázquez, abandona las clases que dicta en la Universidad, y, en contra de su familia y de sus consejeros, y gracias al apoyo de un par de amigos, emprende la filmación de su propia autobiografía. ...[Leer más]
 
 

© 1992-2024, Ricardo Silva Romero