Érase una vez en Colombia: El Espantapájaros

Novela

2012-11-08
Alfaguara

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Editora: Carolina López Bernal. Diseño: Santiago Mosquera Mejía. Portada: Gisela Bohórquez. Corrección: Guillermo Díez Correa.

HISTORIA: La implacable banda del comandante Cigarra entra al caserío de Camposanto en busca de un viejo bandolero que se hace llamar El Espantapájaros. Y entonces comienza la masacre. El ejército exterminador sin Dios ni ley va arrasando con todo lo que se encuentra en el camino, en el matadero, en la iglesia, en la plaza de piedra que es lo único que tiene ese lugar, empeñado en llevar a cabo un sanguinario ajuste de cuentas que no entiende del todo.

¿Por qué vienen juntas Comedia romántica y El Espantapájaros? En palabras del autor: Porque la segunda le responde a la primera. Porque son la buena y la mala noticia. Porque, juntas, la tragedia y la comedia dan cuenta del drama. Porque ambos mundos se necesitan. Porque ambos mundos se definen mirándose a la cara. Porque ambos mundos se niegan. Porque ambos mundos se dan la espalda. Porque el optimismo viene de la constatación del horror y el horror espera en la paz de la vida. Porque la una es el pero de la otra. Porque prueba lo que me ha sucedido en mi carrera: que cada libro combate el anterior: Walkman es un hombre atrapado en una ficción porque Relato de Navidad en La Gran Vía es una ficción atrapada en la realidad, En orden de estatura es simple porque El hombre de los mil nombres era compleja. Porque es mi intuición: porque mi intuición es que esos dos mundos juntos dicen algo extra del mundo. Porque en una hay un presente que carga un pasado mientras en la otra hay futuro que arrastra un presente. Porque ambos mundos caen en el sincretismo histórico: acá, en Colombia, en sus ciudades o en sus pueblos, en su Bogotá en su lejano oeste venido todavía más a menos, se repiten las vidas posibles e imposibles de la historia, pero dentro de una decadencia que pocos pueblos han tenido que encarar. Porque son la reparación por crítica o por catarsis: por comedia o por tragedia. Porque el uno es poético en lo prosaico mientras el otro es prosaico en lo poético. Porque en una está el romanticismo: la búsqueda de la individualidad con el trasfondo de un país. Pero en la otra está el barroquismo: la individualidad sin ninguna clase de futuro. Porque, juntas, las dos novelas son un objeto nuevo: un rompecabezas, una cara y cruz, un díptico que tendría que verse en el plano material, en el plano físico: porque, en tiempos de Internet, la gracia de la literatura es la propuesta de un juego que sólo pueda darse en los libros. Y estos dos libros, juntos, formando uno solo en su diseño, engarzados de alguna manera, son un objeto nuevo.

SE HA DICHO: “Dos novelas diametralmente opuestas. Una es un diálogo maravilloso de una pareja de amantes, que avanza en esa trenza de manera plácida y también con mucho sentido del humor, profundidad y reflexión sobre el asunto del amor. Y la otra es una novela en la cual la grandeza narrativa consiste en que la masacre de la que se habla es el personaje central y eso, creo, que es un gran hallazgo de técnica literaria, por un lado, y también un esfuerzo fundamental para que los de esta generación podamos mirarnos en el espejo y ver lo que le ha sucedido al país y a nuestras almas por ser colombianos y haber tenido que padecer estos tiempos”. Daniel Samper Ospina, columnista y director de la revista Soho.

“He leído cada una de estas dos novelas, El Espantapájaros y Comedia romántica, y me parece que están tan bien escritas (tan bien tejidas y entretejidas) que no sabría definir si la cruda violencia de la primera resulta más erótica que la aspereza amorosa de la segunda (…). Con sus dos textos que en realidad son uno, nos enseña cómo se escribe, por un lado, la nueva novela de la violencia en Colombia, sin los inconvenientes de la obra de Caballero Calderón y de ese otro género que es la narconovela actual, mejor llamada “pornonovela”; y por otro, cómo se escribe un nuevo romanticismo, sin los paraísos bobalicones de María, Amalia o Manuela”. Ángel Marcel, poeta.

“Comedia romántica y El Espantapájaros son dos extremos de un mundo que parece no permitir que esas dos historias sucedan en un mismo territorio. Hay un diálogo entre estas dos historias que acaba siendo muy valioso y revelador y que lo deja a uno inquieto. Ambas historias se leen con gusto, hay un disfrute en la escritura porque es delicada y ágil, porque hay un trabajo de investigación detrás, porque en los diálogos la gente habla como se habla en estas situaciones, entonces se traza un dibujo muy fiel, pero al mismo tiempo hay un ritmo, una velocidad, un cuidado y una narrativa que responde a una sensibilidad, la de Ricardo Silva, y que es muy pulida, se fija en los detalles y nunca cae en la sensiblería”. Melba Escobar, escritora.

“Creo que no puede haber dos novelas más diferentes. Comedia romántica es una novela preciosa que celebra el amor en todas sus manifestaciones y con todas sus vueltas: con los miedos, con las inseguridades, con sus ternuras, con sus victorias; y El Espantapájaros es una novela de horror, un horror cercano y doloroso porque es el nuestro, el que vemos en las noticias, el que sabemos que pasa todos los días en este país: es la historia de una masacre”. Pilar Quintana, escritora.

“Comedia  romántica es narración y diálogo al mismo tiempo. Es un puente construido con la conversación de dos enamorados que dura toda su vida y toda nuestra lectura.  El Espantapájaros, el negativo de Comedia romántica, literalmente, es algo más que el intento por explorar la realidad colombiana: es la constatación de que solo la habilidad de un narrador como Ricardo Silva nos salvará de que la historia la cuenten únicamente los acartonados libros de historia”. Laura García, periodista.